lunes, 8 de marzo de 2010

¡La Fiesta Nacional!

He leido no sé donde, que están comparando a los toreros con asesinos (en realidad no es comparando sino directamente llamandoles asesinos). Y por eso he decidido escribir esto, y no es por que yo sea seguidor o aficionado al toreo, más bien soy de aquellos que no ven con buenos ojos la fiesta nacional y entiendo que está injustificado el sufrimiento de un animal en pos de una fiesta o un espectáculo. Partiendo de esta premisa, no se puede tildar de asesino a un matador de toros, hasta ahí podríamos llegar... y lo que más me indigna es el afán de algunos políticos de medias tintas, de llevar en estos momentos, donde todos deberíamos arrimar el hombro, a un callejón sin salida, donde de nuevo y sin que a nadie se le caigan los anillos, nos dictan la manera "correcta" de ser moderno o respetuoso o simplemente como ser un buen "catanalista" (que casualidad suena a la definición de moral). Escuchando esta sinrazón, se da cuenta de por qué la juventud pasa de estos debates, ¿Cómo se puede tildar a alguien de asesino? ¿Cómo se puede comparar a cualquier torero con un terrorista? ¿Cómo podemos decir esas cosas sin que ocurrada nada?. No amigos, no. Es tan injusto que se me ha ocurrido un fórmula para que esos que abrieron el debate en Cataluña sobre la prohibición del toreo en su precioso país catalán tengan una salida digna a esa sinrazón en que se han metido, la ocurrencia es sencilla, ya que llaman asesino a una persona cuyo delito de sangre es matar a un toro y sin embargo, llamamos médico abortista a los médicos que matan a un "ser vivo" que según algunos no es un "ser humano", la lógica más simple me dice por tanto que ese supuesto ser vivo que no es un ser humano debe por tanto ser un animal... Y matar a animales es ser... ¡¡¡UN ASESINO!!!!. Pero parece ser que en este caso no se puede llamar asesino a un médico que intenta ayudar a la mujer en su legítima decisión de interrumpir el embarazo, de hecho, no lo es. ¡Pues ahí está la solución! En vez de matar al toro, interrumpamos el embarazo del toro en medio de la plaza de toros, así por lo menos, no se atreverán a llamar asesino al torero.

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