lunes, 20 de septiembre de 2010

¡Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor!


El pasado sábado, beatificaron a Madre María de la Purísima, entre los testimonios que leyeron de su vida, hubo uno que me llamó poderosamente la atención. Cuando María de la Purísima supo que se acercaba la hora (tenía un cancer en fase terminal) ella sólo contestó con una valentía y una fe absoluta: "¡Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor!..."
testimonio como los de María de la Purísima son más necesarios que nunca, en un mundo, que parece cada vez más perdido y sin rumbo fijo, yo que conozco el convento de la cruz, de Sevilla, doy testimonio de la alegría de estas mujeres que han decidido libremente dedicar su vida por completo a los demás. Desde este humilde blog, quisiera rendir un sincero y público homenaje a estas personas que, sin interés personal alguno, dan su vida para mejorar la vida de los demás. Gracias por vuestros testimonios de vida.

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